La noticia que te traemos es enorme: Texas Instruments ha anunciado una inversión de nada menos que 60.000 millones de dólares, un órdago industrial sin precedentes, para construir un auténtico imperio de fabs en suelo estadounidense. Siete nuevas plantas que se repartirán entre los estados de Texas y Utah, destinadas a producir esos componentes electrónicos esenciales que mueven nuestro mundo.

Chips “Made in USA”: Un vistazo al impacto directo

  • Mayor disponibilidad: Si hay más fábricas produciendo chips vitales, es más probable que haya un suministro constante para los productos que deseas. Esto podría significar menos esperas para tu próxima consola o un coche nuevo.
  • Estabilidad en precios: Un suministro más robusto suele llevar a una mayor estabilidad en los precios. Adiós a los picos de precios inflados por la escasez.
  • Innovación y seguridad: Tener capacidad de fabricación clave en casa no solo asegura el suministro, sino que también fomenta la innovación local y reduce la dependencia de cadenas de suministro globales a veces vulnerables. En un mundo cada vez más interconectado, la seguridad de los componentes es vital.
  • Menos disrupciones: Al centralizar parte de la producción, se minimiza el impacto de futuras crisis geopolíticas o desastres naturales que puedan afectar a plantas en otras partes del mundo.

Un paso adelante en la geopolítica tecnológica

Este movimiento de Texas Instruments no es un hecho aislado. Se enmarca en una tendencia global de “re-shoring” en la fabricación de tecnología avanzada, donde países y bloques económicos buscan asegurar sus cadenas de suministro y reducir la dependencia de países externos. Iniciativas como la Ley CHIPS en Estados Unidos, que ofrece incentivos para la fabricación doméstica de semiconductores, han sentado las bases para decisiones de esta magnitud.